Más allá de las medidas u omisiones más o menos discutibles que haya podido ejecutar u olvidar la Administración marítima (DGMM, Capitanía de La Coruña y Sasemar). Más allá de los errores, más o menos graves, cometidos por el capitán y la tripulación del BLUE STAR. Más allá de todo eso, entristece el irritante tratamiento informativo que la Administración está suministrando sobre el siniestro. NAUCHERglobal se puso en contacto con Sasemar y recibió una respuesta temerosa, no sé, no se lo puedo decir, esto es todo lo que tengo, esas cosas que ponen a cualquier periodista en la certeza de que están escondiendo errores y de que, otra vez, nos tratan como a niños a los que resulta fácil engañar. Y lo único que preguntamos fue la hora en qué Sasemar tuvo conocimiento de los problemas del quimiquero, pues nos preguntábamos en la Redacción cómo no había sido posible impedir la embarrancada.
Confiaba que ya habríamos aprendido la lección del PRESTIGE. La lección de que tarde o temprano la opinión pública acaba conociendo los hechos con el añadido de haber aumentado la desconfianza en las instituciones y en las personas que las dirigen, a quienes, sin temor, podríamos considerar unos mentirosos y unos mal educados, indignos del puesto que ocupan. La desinformación procedente de los poderes públicos constituye una grave falta de respeto a los ciudadanos.
LOS HECHOS
El BLUE STAR llegó a la ría de Ares para fondear, a la espera de atraque en La Coruña para cargar, sobre las 16.10 horas del viernes 22. Recibió instrucciones del servicio de practicaje para virar el ancla y dirigirse a puerto a las 21.25 horas, según una versión, o viró el ancla motu proprio porque observaron que garreaba el ancla. Dado el tiempo y la mar reinante, el quimiquero debería, tal vez, tener al costado, por seguridad, un remolcador de puerto. Lógicamente, los operadores de la torre de Sasemar de La Coruña tienen el buque en sus pantallas y pueden controlar sus movimientos. A las 22.10 horas el BLUE STAR navega a 4 nudos de velocidad. Diez minutos más tarde, el buque se detiene al quedarse sin máquina por un incendio cuyas causas y efectos se desconocen. Embarrancó a las 23.50 horas. Es decir, estuvo una hora y media (1 hora, 30 minutos) a la deriva, sin propulsión y por tanto sin gobierno. ¿No hubo tiempo de enviar un remolcador, el que fuera, de Sasemar o de Remolcanosa o de Ibaizabal, para evitar la embarrancada? Cabe pensar que desde Sasemar, sobre las 22.20 horas se movilizara un remolcador de salvamento (no hay información al respecto); y es posible que de haber llegado a tiempo no le hubiera sido posible hacer firme un cabo de remolque dada la mar de aquel momento y que el buque carecía de energía.
La actuación del capitán en esa hora y media permite pensar que su competencia deja que desear o/y que el buque, a pesar de su buen aspecto, tenía serias deficiencias. ¿Por qué no fondeó las dos anclas para detener al buque?
Ya tenemos al buque embarrancado. Nadie de la Administración, que se sepa, fue a bordo a comprobar el estado del buque, el presunto incendio y el fondeo con una sola ancla que, al parecer, garreaba. Y sin más decidieron que intentarían sacar el BLUE STAR a la fuerza, misión que con algo más de sosiego y evaluando la situación (peso del buque a mover, que no está flotando, y resistencias de los cabos, cables y bitas), deberían haber concluido que era inútil.
Además, quienes amamos Galicia, tan maltratada por la estulticia de unas autoridades que suelen no estar a la altura, tuvimos que contemplar al delegado del Gobierno haciéndose la foto impertinente en la Sala de Operaciones de Sasemar, rodeado de ¿palmeros, séquito, autoridades, empleados de Salvamento Marítimo…? ¿Se imaginan ustedes al señor Rajoy, o al señor Sánchez, reunido en el hospital con los médicos para discutir o tratar la operación de cadera, o de próstata del rey emérito? ¡Qué falta de respeto a los profesionales!
Pues así casi todo.